
Una mezcla de razón e instinto releva lo natural y extraño de un interior fantasma. Y pensar que la muerte enseña la plenitud de un largo trajín que pintamos y aceptamos, “el mal y el bien”.
El mundo conoce a lo largo de su existencia, que el hombre relacionado con su naturaleza sentimental otorga significativa congruencia con lo material, con la depresión estilista de inolvidable creencia teológica o digna de su ser. Pantalla de seguimientos recónditos para encontrar la verdad de la ocasión. Millones y millones de corazones unidos forman un corazón inmenso, debajo de él, un océano de sangre, cada gota llena su profundo horizonte que observa un cielo rojo y en el fondo, una luz blanca.
A mitad de nuestra vida, a la derecha de la senda, en la salvaje, áspera y fuerte codicia, se renueva el sueño, la pavura. Un lago amargo… “fuese en el miedo por rayos del planeta, y salieses muerto al universo, y ver las almas en lo alto de cansadas ansias de una ligera cuesta”. Amanecer en el amor divino del sol y las estrellas, que temieses en la ocasión al principio y en el retorno ante el rostro de peligrosas aguas. “…Ánima, fugitiva y su pecho se abre para su corazón…”, tal cual vidente, diestro.
A la izquierda del camino, apartado del lago, el bien asedio calmado sin razón perdura en el dijese, ilumina y deja su armadura, aporta su retrato y fiera de piel pintada con su inocente pincel de carne fría y del dulce amor recorre su tierra, el temor marea. Largo pensar, un poco tardo de la sola palabra perdiese la forma de un hombre, el solo placer cargaba su cuerpo en su aliento, clama y su grito rabioso se cree haber escuchado.
Su nombre de angel, de su figura atrayente, alas y auroleas divinas, blancas y brillosas, de rostro carismático, alegre, no paralelo a la de un mortal que su bello nombre seráfico lo ha golpeado, su mundo no es igual nuestro y que ellos no se enamoraron con su cándido corazón sino con su presencia voraz y blanca. Si vivieran en ese crepúsculo que solo defienden al hablar, todo cambiaría, puede ser que su aura divina se tiña de rojo…
Y la tierra tiembla cuando su maldad entra e infecta la rosa inhumana de la vida, y las memorias recuerdan el frío diario, los abúlicos papeles en el desierto del pasado que reflejan un camino desviado para la fortuna de un sueño. Las estrellas aguardan su jubilo, “estrellas angelicales”, en su interior, a cada ser, a cada soldado con cada corazón eternamente confundido. Sus alas maléficas, rojas y el humo desgraciado que se ahorca en el aire e inventa una atmósfera calorífica, y el blanco ya no existe.
La caída abismal de la humanidad al tocar el suelo con labios de Dios, al besarlo cae una lagrima de su rostro y Ángeles sujetándolo de su incuria y amor que los hombres heredaron, y las alas salvadoras ya cansadas de sostener el falso y divino ser. Grietas desbandadas cautivan las nevadas palomas, las disfrutan y mueren, sus almas tratan de alzarse al cielo pero los demonios, la malicia las alcanza, las encierra, las tortura, y perecen.
El celestial suelta el pañuelo blanco, se disipa en el universo mirando el ejercito invasor, beatíficamente antes del miedo cae lo blanco. –Perdónanos-, perdóname. -Aun me duele-, Lo sé, te perdono, pero muere. La humanidad enloquece al ver el poder y la fuerza que nace en pugna estelar de la semilla con sueños, sueños de ser rosa, sueños de que el cielo llore, si!, llore, rojo y blanco.
El cielo aun esta llorando….