miércoles, 31 de diciembre de 2008

La vida como es


Entre cigarros, en su respiro débil, se encuentra la solución joven poco madura pretendiendo el sufragio de nuestra razón en el mundo. El invierno apaga su último soplo, el último fallo, aspira y devuelve el aire al mundo, devuélvete tu vida. Vagabundos regresamos a la realidad en un simple cambio de asuntos, los asuntos imperecederos que arrollan la dicha de nuestra dicha, el ser de otro muerto, otro más en el pensar, limpiamente roguemos a lo invisible por la permanencia en nuestro cuerpo, el poderoso de la canción descompuesta agregada por errores frágiles y fuertes como el alma, la voluntad de la pasión para honrar estas palabras vacías, juzguemos la imagen de los gritos en un cuarto oscuro por el miedo a la decepción, al fin esperemos el placer de la locura, locura que solo el hombre aprende a amar. El tipo prófugo estremece su ágil pensar en cada palabra pensada o revuelta en el cerebro que produce el ocaso, todo duele en esta mierda. La razón, la verdad y la muerte en tu prototipo de vida que te toco vivir es el futuro de una creencia que podemos cambiar, puedo ser Dios y el ángel que pudo desconfiar de su verdad, la imposibilidad de moverte y de caer en el alcohol de tu velada escrita en papeles de pista, pista vomitada de mierda en su cantar, tal vez silabas y notas descoordinadas en el velorio que nunca pretendiste asistir, estábamos soñando cuando volamos al aspirar el perfume que muchos olfatearon en búsqueda de placer, orgasmo, cima que el hombre al cerrar los ojos soslaya que dio un beso insignificante, y llega un hijo de puta más a tu camino, estas a sus ordenes admirando lo blanco de su trofeo. Las vueltas físicas de un cuerpo celeste encantándote como la puta de tu vecina, tu hermana o tu propia madre, el padrastro que digiere basura al protestar su desgracia de tenerte, el frio de la chimenea que contamina las nubes que echado en tu paraíso admiras y crees encontrar formas de vivir, eres el pendejo de la esquina que tira con su enamorada, cuna de tus pesares y de tu pertenencia. Escucha el chiste que susurra y te excita sin medir las lágrimas y gotas de sangre que cegaran tu vista y tus heridas, todo arde cuando eres basura. La juventud de tu edad es incomparable ante la experiencia de tu prójimo, el prójimo que te violo, tu cuerpo y tu pensamiento. Somos nada. Somos células de un ser idiota que regala su mediocridad al morir sangrado en periódicos, lo mismo a la celda de crisis personal. La enfermedad no fenece, respira y extingue los colores del paraíso, del arco iris de mil ilusiones, uno ya no cree en el misterio que en su final se ha olvidado y las gotas caen en un mar desolado, como siempre, un nuevo día será cuando ya no exista el suspiro lento de la flecha que atraviesa el mundo, su núcleo, su virginidad, ese contacto con varios momentos acepta con orgullo el dolor, ese prisionero de tus latidos pesado y ligeros son objetos divinos, la historia que todo el mundo cuenta pero no sabe donde las hadas hablan de magia siendo insignificantes seres humanos. Es una carta, terciopelada o negra, encima de la cama, donde la llama se consume cuando sueñas y vuelas a un cielo de aura azul, pero cada impulso decrepito e inhumano de envolver la razón en una caja de cristal y sollozar superpuesta a ella, fracasa. Y es que siempre nos persigue el fracaso, la muerte, pesadillas en una noche de luna llena, lo misericordioso siempre liquida siendo infernal, infernal como la prostituta que te tiraste en tus inmaduros años o el malnacido que mandaste a abortar, la tierra maldita que besa la magia de la sangre esos maricones que dejaron el problema, si, aquellos humanos que se vociferan santos, los infestados de valores morales, esas profecías de la importancia a la vida cuando esta es injusta, somos nosotros sin ella. La muerte es el don molesto y doloroso pero instantáneo, nada tiene sentido si somos seres extravagantes y atraídos a reclamar a una basura que deseas morir.