
Analógicamente la sociedad de hoy, busca el dinero, progresar y ser feliz. Podemos decir irónicamente que la sociedad es el conjunto de individuos que comparten fines, conductas y cultura, y que se relacionan interactuando entre sí, cooperativamente, para formar un grupo o una comunidad, para el bien de su desarrollo. Pero la atroz realidad es paralela al Perú en que hoy en día vivimos, una sociedad conformista y mediocre en su totalidad, persistimos en continuar con políticas de corto y barato plazo, políticas que visten un santo desvistiendo otro, por la absoluta culpa de la propia población, que no deja de matar la razón por sobre todas las cosas, exigiendo a gritos políticas que sólo benefician a unos cuantos, exquisitamente la clase alta, construyendo así, el resentimiento en los pobres, creando una sociedad de personas castradas como lo menciona Mario Vargas Lloza, sicológica y moralmente, formando la sociedad que hoy conocemos, donde existe la clase dominante, teniendo como resultado la desigualdad económica y social. El producto de este deterioro, es la debilidad en el sentimiento en cada uno de los peruanos, donde en sus corazones habita la idea de que el Perú no es su país, dando el camino a la ley que tenemos presente, la del más fuerte, claro, cabe decir que el Perú metafóricamente es una selva de cemento. Es así que nuestra sociedad es exclusiva, donde existe la exclusión social, trayendo como directos agentes problemas a la pobreza y el desempleo, en términos generales la situación de nuestro país en las últimas décadas es degradante la pobreza absoluta alcanzó al 49.5% de la población, es decir casi la mitad de los peruanos "sobrevivían" sin satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, salud, vivienda, educación y trabajo, siendo como realidad donde los niveles de vida es de 49.6% de la población que alcanza a cubrir el valor total de la Canasta Familiar Básica, siendo que el 20% de población percibe ingresos inferiores a los requerimientos alimenticios. De igual manera que el viento silva su agonía por detrás de las colinas, donde duele la ausencia y la distancia, y ese misterio sin tiempo, donde el verbo sin acción, la sociedad aunque no merezca el nombre, perece de valores, y podremos decir que hoy en día el “ciudadano” peruano se preocupa más por defender sus derechos que por cumplir con sus deberes, causal por supuesto de decremento de la persona. Si no aportamos y optimizamos nuestros deberes, jamás podremos tener derecho de reclamar. Así como especialmente pedimos derechos, también debemos cumplir con nuestros deberes. La sociedad peruana busca un crecimiento general de la persona, y todo empieza por casa, para luego fortalecerse en la escuela
Pero siempre somos dueños del pensamiento “El gobierno tiene la culpa de nuestra realidad”. Realicémonos la siguiente pregunta: ¿aporto lo suficiente, para que el gobierno pueda darme lo justo? Claro está que es una pregunta muy indirecta para la propia persona, pero nos ayuda a darnos cuenta que la persona es la primera en cambiar y no el gobierno de turno.
Mucho de esto a dado paso al individualismo, nadie se preocupa por el bien común, sólo pensamos en nuestro bienestar, y por cierto, ¿qué bienestar obtenemos? cuando vemos que el Perú se cae a pedazos en valores, y ni que hablar de la virtudes como puntos esenciales de crecimiento personal y social, y que sentimos al destrozar a una persona moral y sicológicamente, cabe decir que se debe valorar sus potencialidades, optimizarlas y volcarlas a beneficios de todos, y más aún desde el propio hogar. Por otro lado, observamos que el peruano es una persona sin civismo, y esto da mucho que pensar. El civismo comienza cuando todo lo que hacemos lo hacemos con una meta en común, un crecimiento social en busca del bien. Antropológicamente hablando, el hombre peruano es eminentemente trabajador, pero por desgracia, las nuevas tecnologías nos han regalado falsamente un bienestar, pero en sí, es un decremento. El no valorar, el trabajo, nos hace simples asalariados que lo único que buscamos es el dinero. Toda sociedad, en especial nuestra sociedad peruana, debería de buscar un fin trascendental en su trabajo. Buscar desarrollarse, de disfrutarlo y surgir con él. Pero una sociedad no crece sin identidad, que por cierto nunca mejora en el Perú. Es un deber formarnos una identidad, y el derecho que se nos ayude a formarla. Dicha identidad tiene mucho que ver con nuestra axiología, la cual permite obtener beneficios mutuos y crecimiento como persona y sociedad.
Pero si queremos formar una sociedad ejemplar, debemos empezar por la escuela, hoy en día, se debería de actuar de esta manera, pero surgen interrogantes: ¿el Estado, vela por esto? ¿Nosotros, los docentes, estamos en línea con lo mencionado? ¿Podemos como sociedad, crecer en todo aspecto?, la respuesta esta en ustedes.
Y para una sociedad estable, debe manejarse el siempre Respeto, un valor muy manoseado por todos nosotros. Recordemos, que respeto no quiere decir sólo saludos de buenos días, o ser cortés. No. El respeto va mucho más allá. Cuando un político propone y defiende derechos que él mismo nunca cumple, esto es falta de respeto. Cuando vemos que un congresista ofrece alcantarillado, luz o agua a una población sabiendo que todo esto no depende de él, demuestra una falta de respeto.
Solo escribo lo que vivo, pienso y siento, ya no importa lo escéptico, ni lo duro al decir las cosas, el Perú esta para cambiar, a pesar que muchos digan que no hay solución, claro, aclarando que no soy sentimentalista de corazón, ni me gusta vender mis ilusiones, me parece que es suficiente con lo de la selección peruana, algo que refleja un poco de nuestra sociedad, individuos indisciplinados, conformistas, metro sexuales, borrachos y juergueros. Miremos nuestra brillante desgracia, nuestro banco de oro, un cielo que metafóricamente ya no ve los rayos del sol, una realidad que nos ciega profundamente, y preguntémonos, nuestra sociedad ha avanzado o esta peor que nunca.
Angel Rodriguez