
Volví sobre mi desierto verde escarlata,
del escritorio colgaban tres recuerdos,
y entre mis dientes se ahogaban mil sonrisas.
Me rescaté del ropero con un beso,
me rescaté de la universidad con dos “no quiero”.
Me rescaté de vuestra vida con mi vida.
Y… ¿si perdí?, no me di cuenta.
Soñé que amaba un río dulce en flor,
tanto lo soñé que me hice río yo también.
Soy cientos de ríos ovillados en un silencio,
con un tibio caudal,
que acaricia la desvergonzada costumbre
de crecer crepúsculos
en las primeras muecas del alba.
Ahora, mi voz se ha llenado de palabras.
Ahora, mi voz no sabe decir nada.
Ahora, es cuando los oídos me acometen furiosos,
y se me escurren por las mejillas.
Algunos ríos crepitan a lo lejos,
Y mi piel me odia con tanto amor
que respira todavía.
Me rescaté del ropero con dos “no quiero”,
me rescaté de la universidad con un beso,
me rescaté de una lágrima con un llanto.
Me rescaté de vuestra vida con mi vida.
Y… ¿si perdí?, no me di cuenta.
Escondido delante de mi sombra
voy a descansar mis cansancios;
y los ríos revolotearán en mis rincones.
Al fin, a falta de sueños,
el último río me sueña
(y yo no sueño nada).
Allí, sabrán que no fui una lágrima,
que no fui un beso, ni una sombra,
que no fui un “no quiero”, ni un río,
sólo fui yo y algunos más.
Y… ¿si perdí?, no me di cuenta
Ángel Rodríguez
del escritorio colgaban tres recuerdos,
y entre mis dientes se ahogaban mil sonrisas.
Me rescaté del ropero con un beso,
me rescaté de la universidad con dos “no quiero”.
Me rescaté de vuestra vida con mi vida.
Y… ¿si perdí?, no me di cuenta.
Soñé que amaba un río dulce en flor,
tanto lo soñé que me hice río yo también.
Soy cientos de ríos ovillados en un silencio,
con un tibio caudal,
que acaricia la desvergonzada costumbre
de crecer crepúsculos
en las primeras muecas del alba.
Ahora, mi voz se ha llenado de palabras.
Ahora, mi voz no sabe decir nada.
Ahora, es cuando los oídos me acometen furiosos,
y se me escurren por las mejillas.
Algunos ríos crepitan a lo lejos,
Y mi piel me odia con tanto amor
que respira todavía.
Me rescaté del ropero con dos “no quiero”,
me rescaté de la universidad con un beso,
me rescaté de una lágrima con un llanto.
Me rescaté de vuestra vida con mi vida.
Y… ¿si perdí?, no me di cuenta.
Escondido delante de mi sombra
voy a descansar mis cansancios;
y los ríos revolotearán en mis rincones.
Al fin, a falta de sueños,
el último río me sueña
(y yo no sueño nada).
Allí, sabrán que no fui una lágrima,
que no fui un beso, ni una sombra,
que no fui un “no quiero”, ni un río,
sólo fui yo y algunos más.
Y… ¿si perdí?, no me di cuenta
Ángel Rodríguez
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